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Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Teología, ex capellán y ex profesor Universitario de Ética, Antropología Filosófica e Introducción al Cristianismo.en la Universidad de Navarra. Ex profesor de Ética y de Antropología Teológica en el Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas Pío XII de San Sebastián-Donostia. Redactor de Omnes Magazine en Donostia-San Sebastián

miércoles, 10 de abril de 2024

LOS TRES OBISPOS DE LAS DIÓCESIS VASCAS y EL ARZOBISPO DE BURGOS CONCELEBRAN LA MISA EXEQUIAL POR JOSÉ ANTONIO ARDANZA EX LEHENDAKARI DEL GOBIERNO AUTÓNOMO. MONS. SEGURA: "José Antonio nació y creció dentro de una cultura cristiana. Allí está la fuente de muchos valores que han guiado, orientado y encaminado su vida".



Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción (Elorrio)


Los obispos Concelebrantes


Mons. Joseba Segura durante la homilía


El Lehendakari Íñigo Urkullu junto a otras autoridades anteriores del Ejecutivo Vasco



LA PARROQUIA DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE ELORRIO, POBLACIÓN DE NACIMIENTO DE SAN BALENTIN BERRIO OTXOA, HA ACOGIDO A LOS OBISPOS CONCELEBRANTES  Y NUMEROSO PUEBLO Y AUTORIDADES CONVOCADOS PARA LA EUCARISTÍA FUNERAL DEL EX LEHENDAKARI 

En la basílica de la Purísima Concepción de Elorrio,   con capacidad  para más de 700 personas, hoy a las 19:00 h El obispo de Bilbao mons. Joseba Segura ha presidido el funeral del lehendakari José Antonio Ardanza fallecido el lunes 8 de abril , a los 82 años, en su domicilio de Kanala, tras una larga enfermedad. 

Elorrio, localidad natal de Ardanza,  acogía  este miércoles  a las numerosas autoridades civiles  que han deseado participar en la celebración eucarística  Junto al  actual lehendakari, Iñigo Urkullu, quien ensalzaba  la figura de Ardanza, lehendakari del Gobierno Vasco entre los años 1986 y 1999. «Ha sido -ha dicho- un referente político e institucional de primer orden en Euskadi. Persona de sólidos valores humanistas y democráticos, defendió su ideario siempre desde el respeto a los derechos humanos, la pluralidad y la convivencia democrática». 

Ha presidido la Misa  mons. Joseba  Segura junto al arzobispo de Burgos y anterior obispo de la Diócesis, Mario Iceta, el obispo de San Sebastián,  mons. Fernando Prado y el de Vitoria,  mons. Juan Carlos Elizalde, además de otros presbíteros.

El coro de la parroquia de Elorrio y varios miembros del Orfeón Donostiarra, han acompañado la concelebración. Antes de comenzar la celebración,  el coro parroquial junto al Orfeón Donostiarra cantaban el Agur Jaunak.

A continuación se transcribe la homilía de mons. Segura que ha glosado la parábola  evangélica de los talentos.

HOMILÍA DEL OBISPO

Mari Glori, Nagore y Aitor, familiares y amigos. Sr. Urkullu Lehendakari... autoridades y representantes de partidos políticos. Buenas noches amigos y feligreses A este mundo nadie llega solo. Nacemos en una comunidad de afecto que nos recibe con alegría y nos acompaña en nuestro crecimiento. Así iniciamos una vida abierta, sin definir, llena de posibilidades. Hay quienes nacen con el sol de cara, en un entorno rico en estímulos, otros no tienen tanta suerte; algunos aprovechan mejor las oportunidades que tienen, otros no tanto. Es la parábola de los talentos. Algunas vidas son públicas, relevantes socialmente; otras son ocultas, anónimas, pero no por eso menos valiosas. Lo importante es si vivimos para nosotros mismos o si vivimos para los demás. Este es el mensaje central del cristianismo

No  solo estamos en una época de cambios. Más bien nos encontramos en  un cambio de época. Las visiones de la vida han cambiado radicalmente. Toda una generación nació y creció en valores cristianos, como José Antonio. Muchos de vosotros habéis entendido y vivido la vida desde la ley del servicio. Aunque para eso hay que dejar de lado muchas cosas.

La espiga no da trigo si no muere. Las propias limitaciones deben ser conocidas y aceptadas para crear una sociedad más amplia. Requiere servicios, compromisos permanentes, pausas individuales, largos respiros: la unidad de los esposos, la atención a los hijos, la conciliación de la vida laboral y personal con la responsabilidad... En otras palabras, si se tiene responsabilidad pública, es imprescindible ser obediente para aparecer como ejemplo.


José Antonio nació y creció dentro de una cultura cristiana. Allí está la fuente de muchos valores que han guiado, orientado y encaminado su vida. Hoy, a menudo, cada uno se destaca a sí mismo, olvidándose de los demás. "Primero yo y luego... yo", decimos, negándonos a trabajar juntos.


En esta celebración damos gracias a Dios por José Antonio. Por el compromiso que él y tú, Mari Glori, habéis vivido para fundar vuestra familia. Hace 54 años que os comprometisteis a permanecer: juntos, en la salud y en la enfermedad. hasta la muerte Y eso lo habéis cumplido sinceramente.

En el canal, frente a Urdaibai, como el mar, has tenido altibajos en tu vida. De hecho, nosotros somos las aguas del arroyo, Dios es el mar.


Damos gracias a Dios por la influencia que ha tenido José Antonio en la comprensión del servicio público. En el bien común, buscando el bien de todos. Sin buscarse a sí mismo, actuando sin prejuicios. Tendiendo puentes con los que piensan de modo distinto. Ésta es la actitud necesaria en una cultura democrática.


Damos gracias a Dios porque ha influido  ampliamente en el desarrollo del pueblo; mirando las diferentes necesidades humanas. Desarrollar y difundir nuestra lengua y cultura, priorizando la inclusión social.


Y damos gracias a Dios porque, al hacer política, tuvo una base fuerte y firme: el respeto a la vida, el vivir la vida... Aquí es donde podríamos empezar a recibir, a crear un buen futuro... Para lograr un futuro humano, civilizado. .

Superada la violencia de ETA, existen graves amenazas contra la vida humana. Las hay y las habrá. Por eso necesitamos gente brillante y con ojos agudos que sepan calibrar las amenazas y las afronten con los brazos abiertos.

Esta es nuestra fe. Esta es la fe sobre la que José Antonio construyó su vida, la pública y la privada. Nadie está libre de contradicciones y cada cual conoce las suyas. 

Ponemos la existencia de este hermano nuestro en manos del Dios de la Misericordia, rasgo divino que,  recordábamos el pasado domingo. 

Y ahora escuchamos decir al Jesús: amigo, tú que has sido fiel en lo poco, entra con confianza en el gozo de tu Señor. Tú que, en la hora de la enfermedad, pusiste tu vida en manos de Dios, ahora, ya sin lágrimas ni sufrimientos, viendo el amor cara a cara, sin oscuridades, sin velos, José Antonio, acompaña a este pueblo nuestro a tomar decisiones sabias y humanas ahora que debemos enfrentar tantas y tan complejas encrucijadas. 

José Antonio, que se cumpla lo que has creído. Zure aitaren etxean sartu eta gozatu alaitasunaz eta bakeaz. Entra en la casa de tu Padre y disfruta de la alegría y la paz.



Informó: Rafael Hernández Urigüen, Redactor de Omnes Magazine en Euskadi, País Vasco. Textos: Departamento de Comunicación de la Diócesis y propios (traducción del Euskera no oficial). Imágenes cedidas Diócesis

viernes, 29 de marzo de 2024

LA MARCHA ARANTZAZU SE CELEBRÓ, EL 23 DE MARZO, VÍSPERA DEL DOMINGO DE RAMOS COMO VIA CRUCIS BAJO EL LEMA: RENUÉVATE












MIL PERSONAS ACOMPAÑARON AL OBISPO MONS. FERNANDO PRADO EN LA TRADICIONAL CAMINATA DESDE OÑATI HASTA EL SANTUARIO MARIANO


En el anterior servicio, Omnes Euskadi, se informaba de la revitalización que la piedad popular  recupera de año en año en los tres Territorios  del País Vasco.

Hoy Viernes Santo, cobra especial actualidad la última edición de la marcha mariana ya que se celebró con el formato de un Vía Crucis con textos del Papa Francisco.

Bajo el lema “¡Renuévate!”, la Diócesis de San Sebastián celebró el  Vía Crucis que convocó a  a unos mil fieles.

Como en ediciones anteriores la celebración comenzó  09:00h de la mañana con las palabras de Mons. Prado, invitando  a los participantes  a unirse en oración y renovación espiritual en el tiempo cuaresmal.

La lluvia que acompañó en diversos momentos del recorrido, no supuso problema para los peregrinos, que iban provistos de paraguas y prendas adecuadas por la experiencia de años atrás


La XV estación culminó en la nave del Templo seguida de una homilía bilingüe pronunciada por el Obispo que transcribimos a continuación

Queridos todos y todas. Eliztar maiteok. Bai polita izan dela aurten berriro igotzea Ama Maria Arantzazuko amaren etxera. 


Verdaderamente, este Vía Crucis que hemos recorrido en actitud orante ha sido un momento de genuina y sentida oración. Benetan hunkigarria da elkarrekin denok batera eta batuta sentitzea Amaren babesean. Amaren etxean, beti ongi sentitzen gara. Guiados por la palabra de Dios, por los sencillos cantos y unas breves meditaciones del Papa Francisco, nos hemos acercado al Misterio de amor que se nos ha manifestado en la Cruz de Cristo. Gurutze Bidearen erdian Kristoren gurutzea dugu maisu. Gurutze horretan Kristok berak hitz egiten digu. Berarengan dago Jainkoaren ultertzeko zaila den jakinduria. 


La Cruz nos enseña que el verdadero camino de la gloria, al contrario de lo que pudiera esperarse, está, precisamente, en el abajamiento y en la humildad, en comprender que para dar fruto es necesario que el grano de trigo muera en la surco del mundo. ¡Sabiduría difícil de entender esta de la debilidad y la pequeñez; difícil de entender esto de la sabiduría de la Cruz!


Se trata de esa sabiduría que rompe toda lógica humana en favor de una lógica superior. Es la lógica de Dios, que nos ha enseñado que la Cruz no guarda en sí una lógica de dolor y de muerte, sino una lógica de amor y de esperanza. 


Caminar hacia el calvario con Jesús nos ha llevado por algunas estaciones en las que hemos podido ver reflejadas circunstancias de nuestras vidas y también circunstancias de la vida de tantos y tantos hermanos que caen y se levantan, que llevan una vida difícil, que arrastran tantas cruces. En nuestras vidas hay cruces difíciles de sobrellevar, pero también cruces acompañadas; cruces que nos hacen poner los pies en tierra, poner realismo a nuestra condición humana. 


A veces, el dolor y la cruz nublan la promesa y matan nuestra esperanza. Yo estoy con vosotros, nos ha dicho Jesús. Beti nago zuekin. Beti egongo naiz. Izan Bihotz! Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo. No dejes que las cruces del camino borren de tu memoria la promesa. Mantén siempre la Esperanza. Porque la Esperanza no defrauda (Rm 5, 5).


La cruz siempre nos habla de nosotros, de los demás y de Dios. Mirar la cruz

de Jesús nos lleva a ver en él un inmenso gesto de amor por nosotros. Desde

abajo, le miramos admirados por su amor y su generosidad para con nosotros,

por su inmerecida entrega. Desde arriba, él nos mira, con los brazos extendidos y nos dice: venid a mí. No os quedéis sin sentir el amor de mis brazos abiertos. También nos dice, mirándonos: cuánto te amo, a pesar de tus imperfecciones, a pesar de tus caídas, a pesar de tus pecados. Déjame estrecharte entre mis brazos redentores. 


Hay en la cruz, por tanto, una doble mirada, la nuestra y la de él. En la de él encontramos la certeza de sabernos infinitamente amados, más allá de todo, más allá de nuestro pecado, más allá de toda circunstancia. En esta mirada está el origen de toda posible Renovación. 


Dejemos que mirar la Cruz nos mueva hacia las periferias de la existencia, hacia nuestros hermanos, especialmente los que están más alejados, olvidados, más necesitados de comprensión, consuelo y ayuda. No perdamos nunca la perspectiva. La Cruz no es el final. Tras la Cruz, está la vida, la resurrección, la renovación, la promesa cumplida… la Esperanza.


Guzti honen gainean, beraz, Esperantza, Itxaropena. Gurutzea ez da gure destinua. Nuestro destino es la Pascua, la resurrección. Somos gente de Pascua, no de Cuaresma. Hilobia ez da gure etxea, Bizitza baizik. Porque el Señor resucitó, todos podemos esperar y todos podemos mirar al futuro con la Esperanza de saber que Dios no permite que los que le amamos muramos para siempre.


Aste Santua dugu atarian. Bihar erramu egunarekin hasten gara egun santu hauetan. Egun intentsuak. Egun bereziak. Aprobetxatu dezagun gure anai-arrebekin fedea ospatzeko, gure fedea bizi-bizirik sentitzeko, hemen izan den bezala. Indartu Kristoren promesa gure bihotzetan eta ireki bihotzak Jauna eta gure Berpizkuntzari. 


Que tengamos todos una muy feliz Semana Santa. Aste Santu on eta aberasgarria izan dezagun guztiok. Eskerrik asko, benetan, zuen parte hartzearengatik gaur. Guztion fedea eta Jesusi jarraitzeko indarra berriztatu dugu gaur, benetan. Mila esker.

Vídeo de la homilía: 

https://www.youtube.com/watch?v=I5M_vn3_Pyk&t=607s

 Para  bajar el folleto con los textos del via Crucis 

https://elizagipuzkoa.org/wp-content/uploads/2024/03/ARANTZAZU-2024-gidoia.pdf

Como en ediciones anteriores, el pueblo se despidió de la Virgen cantando su himno  “Arantzazuko Ama Birjina”,  y los diversos grupos se saludaron en la explanada para retomar los autobuses que partieron a las 13 horas.


Informó Rafael Hernández Urigüen, redacción de Omnes en Euskadi, Pañis Vasco. Textos e imágenes facilitados por la Diócesis




SEMANA SANTA EN LAS TRES DIÓCESIS VASCAS SE REVITALIZA LA PIEDAD POPULAR

 







Algunas imágenes de las procesiones de Bilbao






SEMANA SANTA  EN LAS TRES DIÓCESIS VASCAS

SE REVITALIZA LA PIEDAD POPULAR 


BILBAO: Más de 3000 cofrades en la Semana Santa de 2024, aumenta la presencia de personas jóvenes.


Las calles de la capital bilbaína se animan de año en año con el auge de las procesiones que comenzaron la tarde del Viernes de Pasión. Este año, siguiendo la tendencia de los anteriores, se han incorporado personas jóvenes, muchas de ellas universitarias de los distintos campus.  

Mons Joseba Segura reivindicó la tradición de las  cofradías y procesiones  en su Pregón.  El Obispo de Bilbao, recordó la necesidad y sentido de la religiosidad popular: Algunos cofrades habéis sentido, con razón, que estas manifestaciones religiosas no eran, ni acompañadas, ni tan siquiera valoradas por ciertos grupos eclesiales y sectores del clero. Y es que la religiosidad popular, cuando es juzgada desde arriba y desde fuera, corre el riesgo de no ser apreciada, ni en su valor, ni en sus posibilidades.

Por eso el Papa Francisco, latinoamericano como es, nos invita a acercarnos a nuestra Semana Santa, no desde arriba, sino desde abajo; y no desde afuera, sino desde dentro. Solo así podremos descubrir el sentido profundo que la pertenencia cofrade llega a tener para tanta gente que se compromete en vuestras organizaciones y para quienes desde las aceras contemplan las procesiones con sintonía religiosa.

 

Texto completo del Pregón:

Pregón Semana Santa 2024 - Mons. Joseba Segura. Obispo de Bilbao (12/03/2024)

 

ASUMIENDO Y BUSCANDO REMEDIO A NUESTRA CONDICIÓN HERIDA

 

Arratsalde on: Ohorea eta pozgarria da niretzat / gaurko aukera hau.  Izan be, plaza publikoan jartze honek, erlijioaren eta herri-nortasunaren ingurumarian / hausnarketa egiteko modua / eskaintzen deust.

 

Asumo con alegría la oportunidad de dirigirme hoy como pregonero a esta comunidad cofrade, una ocasión para saludaros y expresar mi más sincero agradecimiento por vuestro servicio a la causa de la fe y la devoción del pueblo de Bizkaia. Pero es también un buen momento para reflexionar sobre el valor de esa contribución a la vida de la Iglesia que camina en estas tierras.

La Semana Santa en las calles de Bilbao, arraigada también en otros municipios de Bizkaia, es un tapiz de múltiples hilos, una sinfonía de religiosidad popular que resuena con fuerza cada año. Las cofradías con sus pasos, tanto los tradicionales como aquellos de más reciente creación, tejen la memoria viva de la Pasión de Jesús y el dolor de su Madre.

Esta veneración por las imágenes sagradas trasciende la mera admiración estética; es reflejo del asombro que nos suscita un Dios increíble, que se hace hombre para vivir nuestra pobreza, para encajar en su cuerpo el impacto de nuestra violencia hasta compartir la experiencia de la muerte. Las imágenes que veneramos no solo captan la situación dramática de los personajes representados; son ventanas al alma, invitación permanente a trascender lo visible, a adentrarnos en el vasto mar de significados y experiencias humanas ahí simbolizados. Cristo y su madre, los personajes centrales de este gran misterio de fe, son espejos que amplifican el sufrimiento y el sacrificio humanos, a la espera de una liberación que llegará gloriosa el Domingo de Pascua para alumbrar nuestras caminar torpe y dubitativo. Porque como dijo San Agustín: 'No caminamos hacia la resurrección; la resurrección camina con nosotros'.

Desde abajo y desde dentro (Behetik eta barrutik)

Algunos cofrades habéis sentido, con razón, que estas manifestaciones religiosas no eran, ni acompañadas, ni tan siquiera valoradas por ciertos grupos eclesiales y sectores del clero. Y es que la religiosidad popular, cuando es juzgada desde arriba y desde fuera, corre el riesgo de no ser apreciada, ni en su valor, ni en sus posibilidades.

Por eso el Papa Francisco, latinoamericano como es, nos invita a acercarnos a nuestra Semana Santa, no desde arriba, sino desde abajo; y no desde afuera, sino desde dentro. Solo así podremos descubrir el sentido profundo que la pertenencia cofrade llega a tener para tanta gente que se compromete en vuestras organizaciones y para quienes desde las aceras contemplan las procesiones con sintonía religiosa.

El pueblo creyente vive la Semana Santa como un tiempo distinto, de ruptura con la vida cotidiana, de contraste con el discurrir repetitivo de los trabajos y los días. Y en esas transiciones entre el tiempo ordinario y el de la fiesta, la vida se enriquece y se renueva el sentido de las cosas.

 

Fededunontzat, Aste Santuak, aparteko zentzua dauka. Iraganeko iturritik ur / freskoa dario eta egarri gareanok, pozik edaten dogu. Baina gure gizarteko askorentzat, aste honek santu izateari utzi dio.

 

Hasta hace no tanto, en nuestra cultura, como en las anteriores, la fiesta era un tejido entrelazado de hilos espirituales, religiosos y comunitarios. En ella el individuo se sumergía en la colectividad, reconociendo y reafirmando un sentido de pertenencia y propósito compartido. Este espíritu se ha ido diluyendo, especialmente en nuestra Europa, obsesionada con el mejoramiento de unos niveles de bienestar ya muy altos y que paulatinamente se va cerrando a la dimensión trascendental de la existencia. La Semana Santa, en la actualidad, parece haberse transformado en un interludio de 'tiempo libre', dominado por el consumo, ocasión de viajes y experiencias de entretenimiento individualista. En este marco las tradiciones comunitarias y ancestrales se han convertido para muchos en los restos del naufragio de algo superado y viejo del que conviene liberarse cuanto antes. Paradójicamente esta supuesta ganancia en libertad se produce en un momento donde la información y el control sobre las personas es mayor que nunca y sigue creciendo sin parar.

El mundo religioso popular ha estado siempre poblado de creaciones de la imaginación. El ser humano conecta así con elementos centrales de su ser, dando a la experiencia cotidiana significados nuevos y profundos. Pero hoy esa imaginación se ha empobrecido. Domina lo cerebral, lo secular, lo racional. O eso es lo que creemos, porque lo que realmente sucede es que ciertas creencias están sustituyendo a otras. Muchos que dicen no creer en nada que no se pueda ver o tocar, justificando así su ruptura con la fe tradicional, alimentan sin dificultad, y a veces sin darse cuenta, un gran número de fes, incluso de supersticiones de lo más particulares. Pero ese es otro tema.

La experiencia cofrade en Semana Santa refleja ese deseo de vivir en un mundo de símbolos y sentidos más allá de la mera búsqueda de mejoras materiales. Es además un esfuerzo compartido, el de una comunidad que reivindica la dimensión trascendente de nuestro ser, a menudo oculta tras el caos de dispersión y actividad frenética que nos rodea. No es fácil, pero en esos días de Semana Santa nos abrimos al tiempo de Dios y a su discurrir pausado, nuestro corazón se ensancha en agradecimiento por la entrega de Jesús que logra romper los círculos cerrados de este mundo, un mundo herido por tantas divisiones y conflictos, dominado por tantos egos de mirada corta; un mundo que necesita abrirse y volver a creer, volver a confiar en que la fraternidad humana sigue siendo posible.

Para fortalecer esa sabiduría y esa confianza, queremos renovar la fe que se nos ha transmitido y dejarnos bañar de nuevo en el agua serena del tiempo diferente. Terminada la Semana Santa, volveremos a nuestros entornos cerrados de actividad dispersa, pero, tal vez, con la capacidad de mirar más allá de ellos.

Simbolok hitzen gainetik (Más símbolos que palabras)

La Semana Santa cofrade expresa la fe más con símbolos y acciones que con palabras.  Es un modo de lenguaje no verbal: a la imagen se le saluda, se le canta, se le reza, nos santiguamos ante ella, se le presentan ofrendas, se le toca, se la coge a hombros, se la hace danzar. Aquí la religiosidad se expresa sobre todo mediante realidades físicas: la vestimenta, el manto de la Virgen, la cruz, los símbolos portados, los pies descalzos, las flores sobre el pavimento... símbolos que toman preeminencia sobre las palabras, incluso sobre las oraciones de un libro. Son expresiones vivas, menos conceptuales o reflexivas, más abiertas y espontáneas.

Mientras la Iglesia en su vida litúrgica da más importancia al lenguaje verbal, amplios sectores del pueblo valoran más este lenguaje material, físico. Por bonita que haya sido la oración recitada por el presbítero para pedir la resurrección del difunto, si no le “echa agua bendita”, los familiares sienten que falta algo. En terminología técnica podríamos decir que, a menudo, el pueblo tiene más afinidad con los sacramentales que con el sacramento. El primero es signo fuerte y palabra débil. En el segundo, la palabra conformadora adquiere más importancia. Por eso ambas formas de expresión religiosa se complementan.

En este marco, las imágenes físicas tienen gran importancia porque cuentan la historia de una comunidad. En Latinoamérica, cada imagen está ligada a experiencias familiares y comunitarias. Por ejemplo: un altar familiar puede tener cinco representaciones de la Virgen de Guadalupe: “la que dejó la mamá, la que nos hizo un milagro, la que se trajo del santuario en la visita, la que salió intacta del incendio de la casa…” Para el creyente, cada una guarda relación con un hecho salvífico distinto. La historia de la salvación está en la Biblia, pero también en las imágenes del pueblo.

Del mismo modo y salvando las distancias, los pasos de nuestra Semana Santa cuentan la historia de vuestras comunidades cofrades, a veces de larga tradición, con ricas y variadas vivencias, y cómo no, expresan la fe sencilla y firme de nuestros mayores y de las nuevas generaciones en su poder para acompañar y mediar la fuerza sanadora de Dios.

 

Gugan / emozinoa sortzen dauan edozein irudi, berba jarioa baino gehiago gogoratzen dogu. Horregaitik, prozesinoetan ataraten diran imajinak, katekesi bizia dira.

 

Sufrimendua ukatu (Negar el sufrimiento)

¿A quién le gusta sufrir o ver sufrir? ¿Quién elige pasar unas vacaciones acompañando tragedia y sacrificio? ¿Quién hubiera pensado celebrar a Dios en la cruz?

Muchos lo tienen claro: ¿Luchar por tu relación de pareja con esfuerzo? Mejor lo dejamos. ¿Entregar tu vida a un ideal mayor? Que lo haga otro. ¿Asumir renuncias para servir mejor? Que no te engañen. ¿La relación con una persona se complica? Toma distancia ¿Tus padres se están deteriorando? Que se encarguen los poderes públicos y los especialistas en cuidados que para eso están. Tú céntrate en ti mismo. Disfruta del momento y de cada placer disponible. Libérate de los cuentos que nos han querido vender. En realidad, eso que supuestamente eliges tú en libertad, también te lo están vendiendo. Pero es mejor no darle muchas vueltas a la cabeza.

La gente evita el sufrimiento, yo lo evito, todos lo evitamos en cierta medida. Pero cuando llega, llega. Y entonces no sabemos cómo encajarlo. Además, cualquier esfuerzo noble, cualquier entrega implica algún grado de sacrificio. Nosotros sabemos que antes o después esa renuncia se va a convertir en alegría y fuente de satisfacción. Pero para llegar a lo segundo, hay que aceptar antes lo primero. Y hoy no es fácil proponer renuncias o sacrificios al servicio de ningún objetivo, ni tan siquiera de una causa noble. Y temo que ese cambio de mentalidad va a tener un impacto profundo en nuestro tejido social.

Los discípulos de Jesús le seguían contentos cuando su líder era aclamado por la multitud. Unos buscaban milagros, otros, pan. Muchos estaban encantados de acompañar y celebrar al hombre del momento. Pero tras los primeros baños de popularidad, Cristo cayó en la cuenta de que ese no era el camino. Decidió cambiar de rumbo y comenzó a subir hacia Jerusalén. El Evangelio nos dice que “iba delante de sus discípulos”. Y algo especial debía tener su modo de moverse porque Marcos señala que “estaban sorprendidos y le seguían con miedo” (Mc 10,32).

Jesús delante. Nosotros detrás. Nos cuesta caminar detrás de él, porque sabemos a dónde se dirige y no nos gusta lo que va a pasar allí. Todos, con algunas excepciones, aspiramos a una existencia cómoda, sin riesgos, sin inseguridades. La cruz no la quiere nadie. Por eso la reacción de Pedro es la de todos: “Eso no puede ser".

Jesús delante. Nosotros detrás. Pero Pedro quiere cambiar de dirección. Cualquiera, menos la del Calvario. Por eso el Señor le ordena: “ponte detrás de mí, Satanás. Eres para mí un obstáculo (Mt 16,23)”. Tampoco a nosotros nos gusta esa dirección. Hacemos lo posible para que el sufrimiento y la muerte, temas deprimentes, desaparezcan de nuestras vidas o, al menos, de nuestras conversaciones.

Por eso la cruz pasa de ser símbolo reconocido y apreciado socialmente, a lo que ya fue en sus orígenes: piedra de escándalo. No nos debe extrañar que sea retirada de las aulas, incluso de centros con ideario cristiano, que aquí y allá desaparezca de los espacios públicos. La cruz es el reflejo más potente de una historia religiosa y cultural que algunos quisieran erradicar cuanto antes de nuestro imaginario colectivo, convencidos de que ya es hora de superarla definitivamente. Por eso la ocupación procesional del espacio público, aunque sea regulada y estimada por muchos, resulta molesta para ciertos grupos.

 

Argi dago, gaur egunean ezin izango litzake Gorbeiako tontorrean kurutzea jartzeko ideia mahai ganeratu. Hogeigarren mendean ohikoa zana, mende bat geroago, pentsa ezina da.

 

Heriotzaren errepresioa (La represión de la muerte)

El problema de algunos con el impacto público de la Semana Santa no es sólo su conflicto con las tradiciones religiosas. Refleja también una dificultad generalizada para asumir que nuestra existencia es finita, que nos hacemos viejos, que nos ponemos enfermos, que somos frágiles. Nuestra sociedad no sabe qué hacer con la muerte. Los tanatorios la gestionan en lugares convenientemente marginales, situados cada vez con más frecuencia en pabellones industriales. Aquí se venden ruedas de camión y ahí se vela a los muertos. En la misma sala de velación, el muerto está esquinado, encriptado en una zona acristalada y separada, como si conviniera evitar el contacto directo con un cuerpo afectado por una impureza peligrosa o, como mínimo, perturbadora.

Hoy el único cadáver que desfila abiertamente por las calles de nuestras ciudades es el del Cristo muerto de la Semana Santa, crucificado o yacente. Se trata de un muerto concreto y de una muerte sucedida hace muchos siglos. Pero su presencia pública es también reivindicación de todos los muertos, mujeres y hombres, y especialmente de los anónimos y olvidados. La condición de obscenidad y de tabú que durante siglos ha afectado a la sexualidad, hoy omnipresente, se ha desplazado a la consideración de la muerte, el nuevo tótem que produce miedo y ante el que se reacciona con ocultación.

No hablo ahora de teología cristiana. Me refiero a esa dimensión antropológica y originaria de toda religión que vincula este mundo con ese otro que da sentido a este, que pone en relación nuestras experiencias con las de nuestros antepasados. Hoy, no hay sitio para los muertos en nuestra sociedad lúdico-competitiva, hiper estimulada de novedades y placeres. Aquí la muerte es percibida como la negación de lo único que vale, de lo que es real, de lo placentero y deseable. Por eso es innombrable e intocable, por eso parece tóxica. Y el muerto también. Y por eso intentamos quitarnoslo de en medio cuanto antes.

 

Lehen / etxekoak hilten ziranean, gaubela eginda agurtzen genduzan. Ez ziran bakarrik izten. Orain, ostondu egiten doguz tanatorioaren hotzean.

 

Permitidme insistir en lo nuevo y sorprendente de nuestra situación europea: por primera vez en la historia de la humanidad una considerable mayoría social vive sin religión. Es decir, por primera vez un amplio sector de quienes formamos parte de la así llamada, “sociedad desarrollada” sencillamente, o no tiene creencias religiosas, o vive como si no las tuviera. Y lo más llamativo es que, en un nuevo ejercicio de eurocentrismo, creemos que somos los precursores del camino que poco a poco el conjunto de la humanidad irá tomando. Grave error. Pero este también es otro tema.

Aunque vivimos casi todo el rato creyéndonos inmortales, la realidad se impone. Algunos no se resignan y sueñan con vivir eternamente. Por eso se hacen congelar, incluso llegan a fabular con transferencias de conciencia a máquinas indestructibles que, liberadas definitivamente de la corrupción de la carne, garanticen por fin la vida eterna. No sé si esa vida llegará a ser eterna, pero lo que sí sé es que no será vida. Las máquinas serán capaces de enorme inteligencia, incluso de algún tipo de conciencia, pero lo que no podrán hacer nunca es tomar un vino con la cuadrilla, o disfrutar de una comida familiar...Y sin esas simples y corporales cosas, la vida ya no es vida y lo que sea, será eternamente aburrido.

Reivindicar la Semana Santa en la calle (Aste Santua kalean aldarrikatu)

Por eso hermanas y hermanos: saquemos a nuestro muerto y a su madre a las calles, y afirmemos lo imposible. Gritemos en silencio que de esa muerte surge la vida verdadera. Demostremos acompañando a la cruz que nosotros sí creemos que el grano de trigo ha de morir para que surja la espiga con nuevo fruto.

Hagamos nuestra parte, tal vez pequeña pero mucho más importante y significativa de lo que pudiera parecer. Porque sacando a Cristo a las calles sale con Él a la luz el sufrimiento de tantas víctimas aplastadas y olvidadas, víctimas de la violencia y los poderes arbitrarios, víctimas desaparecidas de la memoria humana, pero reivindicadas y presentes en el ser de ese Dios que es amor imborrable. Entendamos nuestro ser cofrades como un ejercicio de justicia para con todas ellas, y también de libertad, como expresión de nuestra capacidad para decir no al nuevo pensamiento impuesto, de resistirnos a esa estrategia según la cual, el mundo nuevo debe construirse sobre la destrucción de lo que ha sido valioso.

Las personas creyentes no tenemos miedo a asumir todas las dimensiones de nuestra humanidad. Nos alegramos con quienes están alegres, sufrimos con quienes padecen y vivimos agradecidos por la vida de nuestros muertos en la esperanza de que un día también nosotros nos uniremos a ellos. No hay vida sin sacrificio, no hay nacimiento sin final, no hay comienzo sin que algo no termine previamente. Reivindicamos esas dimensiones de la existencia humana y por eso, entre otras muchas cosas, celebramos la Semana Santa en la calle, sacando a un Cristo muerto que es, paradójicamente, expectativa de futuro para este mundo, redentor necesario que viene a ayudar a los que no pueden redimirse solos, garantía de horizonte y respuesta a preguntas que la tecnología nunca va a poder responder, por mucho que evolucione, dados sus límites y sus enormes riesgos.

La fraternidad que necesitamos no va a llegar espontáneamente por medio de ninguna mano invisible, milagrosamente capaz de articular intereses diversos y a menudo en competencia. Tampoco llegará mediante esos planes de ingeniería social que algunos intentan imponer. La vida humana es compleja, las relaciones difíciles y la fuerza del pecado original se sigue manifestando, hoy como siempre, en múltiples riñas y desencuentros. Tenemos egos grandes, personales y comunitarios, y para corregirlos hace falta algo más que buenos deseos o discursos que recomiendan valores.

Solo saldremos de nuestros círculos cerrados y auto-centrados abriéndonos a una fuerza mayor, y nosotros tenemos el médico y la medicina: Cristo muerto y resucitado, acompañado de su Madre, María, la de la fe a prueba de bombas, capaz de mantener la confianza en el momento del mayor absurdo, cuando el justo de los justos cuelga de la cruz sin que ella se revuelva contra Dios.

En realidad, el milagro ya está hecho, los muros han caído y la condena de Sísifo se ha levantado. El sufrimiento del Hijo da sentido a todos los sufrimientos, los presentes y los pasados, y reivindica el amor sincero que existe en cada vida humana, especialmente en las de los humildes y los anónimos, porque a Dios le toca equilibrar algunas de nuestras injusticias y estructuras de privilegios.

Jesús delante, nosotros detrás. Seguir a Jesús como lo hacéis vosotras y vosotros, por los caminos de la Semana Santa es un ejercicio de sabiduría, una llamada a la que respondemos quienes queremos asumir toda nuestra realidad, también a nuestros muertos, sin ocultar ninguna cosa, sin esconder nada de lo que forma parte de la experiencia humana. Por eso abrazamos, no solo la alegría de sentirnos salvados y caminando hacia una meta, sino también nuestra debilidad, nuestra violencia, nuestra injusticia y todo nuestro dolor. Acompañar, meditar y rezar con la pasión del Señor es afirmar con humildad y convicción la riqueza de esa identidad personal y comunitaria que hemos heredado, de esa tradición cristiana que nos ayuda a encontrar el camino en medio de neblinas, requiebros y desengaños, camino que perdemos pero que siempre podremos volver a encontrar.

Martin Luther King dijo una vez que "la oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio; solo el amor puede hacer eso."

Hermanas y hermanos cofrades: gracias por no dejar que se corran las cortinas para que siga entrando la luz, gracias por vuestro testimonio de amor que mantiene la presencia viva y sanadora de la cruz en nuestras calles, esa cruz de la que cuelga Jesús, empeñado en reconciliarnos y en calentar la tierra con su fuego (Lc 12, 49).

Eskerrik asko salbamen historiako gertakari nagusi honetan, Kristo, ezkutatu beharrean, kalerik-kale atarateagaitik. Gracias amigas y amigos porque en lugar de esconder a Cristo y su poder humilde, también este 2024 vais a sacarlo y acompañarle por las calles de Bilbao.

 

 

Mons Segura, entrevistado  por Cope Euskadi, analiza la situación religiosa  de Bizkaia.

El Obispo de Bilbao concedió una entrevista a COPE Euskadi, en la que con motivo de la Semana Santa analiza  la situación de la fe en Bizkaia.

Por su interés y actualidad se ofrece a continuación el enlace al audio con la intervención completa:

 

ENTREVISTA A MONS. SEGURA, COPE EUSKADI

 

 




EL OBISPO DE BILBAO ANIMA AL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL:

Mons. Segura en el Jueves santo, anima a los sacerdotes durante la Misa Crismal  a cuidar el acompañamiento espiritual. «la necesidad de acompañamiento» de las personas que conformamos la sociedad. «el amor de Dios por su pueblo debe traducirse en capacidad de transmitir Buena Noticia a todas esas personas que viven cautivas o temerosas o, sencillamente, intentando buscar algo que de paz y sentido a sus vidas».

Ofreció también algunas pistas sobre las cualidades y aspectos que debe tener la persona que acompaña para ayudar a discernir. Se refirió a la escucha atenta, la sintonía de corazón o la plegaria por las personas en su situación concreta. Pidió que se desarrolle «una actitud de escucha, mucho más cristiana y eficaz«. «Porque la escucha atenta, es un buen antídoto contra el clericalismo», ha señalado a los sacerdotes que participaron en la eucaristía de la catedral. Pidió  acompañar a los de dentro y, «sobre todo a los que están o se sienten ya fuera».

Esta mañana, al finalizar la eucaristía de la Misa Crismal, hizo un llamamiento a la feligresía para  solidarizarse con la dramática situación que se está viviendo en Tierra Santa. Pidió especial colaboración para la colecta del Viernes Santo, unidos a las peticiones del Papa Francisco


 





DONOSTIA SAN SEBASTIÁN:

Mons. Fernando Prado centró su homilía en la importancia de unión entre el presbiterio y el Obispo, y terminó delineando las características más oportunas para  presbítero  en su ministerio

El Obispo, recordó que “celebramos hoy esta Eucaristía especial en la que se expresa de forma singular la unión del presbiterio con su Obispo y la unión del Obispo con su presbiterio. Es una fiesta en la que celebramos los vínculos sacramentales que nos unen”.

A continuación evocó  su trayectoria episcopal en la Dióceis

“Es un día especial en el que, como Obispo, no puedo menos que agradecer a Dios el regalo que me ha dado al darme a cada uno de vosotros como colaboradores más estrechos en este ministerio que todos llevamos en vasijas de barro. Sobre todo, yo. Disculpadme tantas torpezas. Voy aprendiendo a ser Obispo, bien despacio, casi siempre por escarmiento. No sé si acierto a ser un buen Padre, un hermano y un amigo, tal y como me indica el propio magisterio eclesial. A veces no sé percibir si os ayudo lo suficiente o como debiera.

 

Me gustaría acertar, sin duda, sobre todo con algunos que atraviesan dificultades objetivas y con los que debo ser, si cabe, más cercano. Pero lo que sí percibo claramente es que vosotros sí me ayudáis y me sostenéis en mi ministerio. ¡Cuánto agradezco vuestra cercanía, vuestra preocupación, vuestro cariño, vuestro contraste, vuestra palabra sincera, incluso vuestras correcciones fraternas cuando es el caso! Me siento como moralmente obligado a expresaros el profundo agradecimiento que siento hacia vosotros y lo hago de corazón. El obispo de San Sebastián se siente orgulloso de sus sacerdotes. Y no solo por ese cariño hacia mí que cada vez siento más profundo y sincero, sino, sobre todo, y esto es lo verdaderamente importante, por vuestro testimonio de servicio y de amor a nuestras gentes de Gipuzkoa”.

 

 

 

Refiriéndose al perfil de los sacerdotes, Mons. Prado presentó una fotografía del presbiterio en la Diócesis

“Quieren a la gente y la gente los quiere. De ellos hemos recibido y recibimos tanto…”.queremos seguir haciendo y siendo lo de siempre: apóstoles que quieren llevar la unción del Espíritu a nuestros hermanos, para fortalecerlos en la fe y en la Esperanza. Es nuestro desafío permanente. Llevar la unción del Espíritu, sobre todo a través del testimonio de una vida de servicio verdaderamente llena de Dios y referida a Él. Ser hombres de Dios, ricos en humanidad, que es lo que, en definitiva, corrobora y certifica que de verdad somos hombres de Dios. Humanidad y ternura nos hablan con transparencia de Dios”.

VÍDEO DE LA HOMILÍA COMPLETA

https://www.youtube.com/watch?v=HW_vbJZ9GNI

 

 



 

VITORIA GASTEIZ. MONS. ELIZALDE DELINEÓ LAS CONSECUENCIAS DE LA  PRESENCIA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL PRESBÍTERO

Mons Juan Carlos Elizalde vertebró su homilía  sobre El Evangelio de san Lucas, 4  (“El Espíritu del Señor está sobre mí”  que narra la lectura de Isaías   proclamada por  Jesús    la sinagoga en la Sinagoga de Nazaret).

Resaltó en cinco apartados las consecuencias de esa presencia del Espíritu Santo en la vida y misión del presbiterio:

-El Espíritu Santo está por encima de nosotros

- El Espíritu del Señor nos ha ungido

- El Espíritu del señor nos ha enviado

- El Espíritu del Señor nos colma de esperanza y de alegría.

- El Espíritu del Señor nos capacita para vivir, aquí y ahora, un amor pleno.

Entre otras ideas resaltó: el significado profundo de la obediencia prolongando unas palabras del Papa Francisco: El Espíritu del Señor está sobre nosotros, pero nadie, ni el Obispo ni ningún cristiano, está en posesión del Espíritu. El Espíritu se manifiesta en la relación, a través de las relaciones, con el Obispo y con los demás hermanos.

“El Obispo, sea quien sea, permanece para cada presbítero y para cada Iglesia particular como un vínculo que ayuda a discernir la voluntad de Dios.

Obedecer, en este caso al Obispo, significa aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de Dios y que ésta sólo puede entenderse a través del discernimiento. La obediencia, por tanto, es escuchar la voluntad de Dios, que se discierne precisamente en un vínculo.

No es casualidad que el mal, para destruir la fecundidad de la acción de la Iglesia, busque socavar los vínculos que nos constituyen. Defender los vínculos del sacerdote con la Iglesia particular, con el instituto a que se pertenece y con su propio Obispo hace que la vida sacerdotal sea digna de crédito. Defender los vínculos. La obediencia es la opción fundamental por acoger a quien ha sido puesto ante nosotros como signo concreto de ese sacramento universal de salvación que es la Iglesia. Obediencia que puede ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión pero que no se rompe.” Son las palabras del Papa Francisco a los sacerdotes en febrero de 2022 al hablarles de las cuatro cercanías

Sin duda las palabras del Obispo de Vitoria presentan el retrato más urgente y necesario para inspirar una renovación estilo presbiteral de la Diócesis Alavesa, y en general para  fomentar  una eclesiología concreta de comunión que  sigue siendo necesaria en los tres territorios vascos.

A continuación, se recoge el texto completo:

 

HOMILIA DEL OBISPO DE VITORIA

MONSEÑOR JUAN CARLOS ELIZALDE

MISA CRISMAL 2024

 

 

 

Arropamos hoy a los sacerdotes y diáconos en la Eucaristía de la Misa Crismal, donde actualizan su ministerio sacerdotal como colaboradores del Obispo renovando sus promesas. Todos, religiosas y religiosos, consagrados y fieles laicos, renovamos también nuestro seguimiento al Señor puesto que se bendecirán los óleos sacramentales que nos llenan de su unción. Desde la radical igualdad del bautismo caminamos todos.

 

«El Espíritu del Señor está sobre mÍ porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Hoy se siguen cumpliendo en Jesús las palabras que acabamos de escuchar. Por eso se cumplen también en cada uno de nosotros.

 

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE NOSOTROS.

 

El Espíritu del Señor está sobre nosotros, pero nadie, ni el Obispo ni ningún cristiano, está en posesión del Espíritu. El Espíritu se manifiesta en la relación, a través de las relaciones, con el Obispo y con los demás hermanos.

 

“El Obispo, sea quien sea, permanece para cada presbítero y para cada Iglesia particular como un vínculo que ayuda a discernir la voluntad de Dios.

 

Obedecer, en este caso al Obispo, significa aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de Dios y que ésta sólo puede entenderse a través del discernimiento. La obediencia, por tanto, es escuchar la voluntad de Dios, que se discierne precisamente en un vínculo.

 

No es casualidad que el mal, para destruir la fecundidad de la acción de la Iglesia, busque socavar los vínculos que nos constituyen. Defender los vínculos del sacerdote con la Iglesia particular, con el instituto a que se pertenece y con su propio Obispo hace que la vida sacerdotal sea digna de crédito. Defender los vínculos. La obediencia es la opción fundamental por acoger a quien ha sido puesto ante nosotros como signo concreto de ese sacramento universal de salvación que es la Iglesia. Obediencia que puede ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión pero que no se rompe.”

 

Son las palabras del Papa Francisco a los sacerdotes en febrero de 2022 al hablarles de las cuatro cercanías.

 

 

 

El cardenal Ratzinger dice en 1994 en Essen: “Si volvemos a los textos originales del Antiguo y del Nuevo Testamento podemos comprobar que la palabra “está”, el Espíritu del Señor “está” sobre mí, no figura en ellos. Sólo figura en la traducción. Y, de hecho, el “estar”, el mero reposar, no es la forma propia del Espíritu. No es algo que se tiene, como tengo una moneda o muebles o cuadros. No es algo que se pueda tener, que yo pudiera contemplar como propiedad mía y que quizá se pueda añadir, como una más, a otras peculiaridades mías. Las imágenes esenciales del Espíritu en la Escritura son tormenta y fuego. El Espíritu no es posesión, que está en reposo, sino fuerza transformadora. Él nos saca de nuestros hábitos de vida, de nuestro estado de autosatisfacción, nos quema y abrasa, nos purifica y renueva. Nosotros no tenemos al Espíritu, es él quien nos toma a nosotros.

 

Él nos incita y nos lleva al camino. Recibir el Espíritu significa entregarse a él para convertirnos en ministros de Cristo, significa ser aferrados de modo que seamos para él, para el otro. Y así figura a continuación, en la frase siguiente:” Él me ha enviado” (Is 61,1). Recibir el Espíritu en el santo sacramento significa ser enviado, estar ahí para que Cristo me envíe adonde él quiera, aun cuando yo tuviese otros planes. Pero con esto ha quedado clara otra cosa. El Espíritu es tormenta y fuego.

 

Pero no una tormenta cualquiera, no es una excitación cualquiera, con el propósito de destruir para hacer cualquier otra cosa, no es una teoría cualquiera para mejorar el mundo, El Espíritu tiene un nombre: es el Espíritu de Jesucristo. Viene de él y conduce a él. El santo apóstol Pablo, en la primera cara a los Corintios lo ha dicho con palabras totalmente inequívocas: Nadie puede decir “Jesús es el Señor”, salvo por el Espíritu Santo (1 Cor 12,3). Y con esto quiere decir lo siguiente. La prueba del Espíritu Santo es la confesión de fe de la Iglesia respecto de su Señor. El Espíritu no conduce a cualquier parte, conduce a Cristo. Y Cristo nos conduce unos a otros, para que juntos seamos su Cuerpo, la santa Iglesia”.

 

No es mal momento para el discernimiento de espíritus en nuestras comunidades. En este momento sinodal, ¿por dónde se percibe fruto, alegría, esperanza y crecimiento en nuestra Iglesia?, ¿qué realidades acompañamos los sacerdotes con esperanza de estar respondiendo a la Iglesia del presente y del futuro? Con humildad, nos abrimos a su Espíritu.

 

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS HA UNGIDO.

 

Con la reflexión que estamos trabajando juntos sobre el sacerdocio, estamos refrescando Pastores Dabo Vobis: “El Nuevo Testamento es unánime al subrayar que es el mismo Espíritu de Cristo el que introduce en el ministerio a estos hombres, escogidos de entre los hermanos. Mediante el gesto de la imposición de manos (Hch 6, 6; 1 Tim 4, 14; 5, 22; 2 Tim 1, 6), que transmite el don del Espíritu, ellos son llamados y capacitados para continuar el mismo ministerio apostólico de reconciliar, apacentar el rebaño de Dios y enseñar (cf. Hch 20, 28; 1 Pe 5, 2).

 

 

 

Por tanto, los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado. El Espíritu Santo, mediante la unción sacramental del Orden, los configura con un título nuevo y específico a Jesucristo, Cabeza y Pastor, los conforma y anima con su caridad pastoral y los pone en la Iglesia como servidores autorizados del anuncio del Evangelio a toda criatura y como servidores de la plenitud de la vida cristiana de todos los bautizados”. (15)

 

Presbyterorum Ordinis (1,2) dice: “Los sacerdotes, en virtud de la unción del Espíritu Santo, están marcados por un carácter especial que los configura a Cristo Sacerdote, de modo que puedan actuar en nombre de Cristo cabeza”. Recordarás el momento en que el obispo te ungió las palmas de las manos y te dijo: “El Señor Jesucristo que el Padre ha consagrado en Espíritu Santo y poder, te custodie para la santificación de su pueblo y para ofrecer el sacrificio.” A mí, hace ocho años, al ser ungido en la cabeza, me decía Monseñor Renzo Fratini: “Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, infunda en ti su mística unción y con la abundancia de su bendición dé fecundidad a tu ministerio.”

 

Nos ha ungido con óleo de alegría: "ungidos hasta los huesos y la alegría, el eco de esa unción". Una alegría "incorruptible, misionera y custodiada" por el rebaño que se nos encomienda, dice el Papa Francisco. Es la gente la que nos hace vivir el sacerdocio, la que nos pide la unción, la que cree en lo que nosotros representamos. Es la gente que se acerca en su grandes necesidades como aquellos y aquellas que querían ver y tocar a Jesús. En nuestro pobre ministerio reciben la unción consoladora y sanante de Jesús. Como los buenos pozos, cuanto más agua dan, es más vivo dentro de nosotros él surtidor que salta hasta la vida eterna. (Cf. Juan 4)

 

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS HA ENVIADO.

 

Juntos estudiábamos hace poco que el Concilio Vaticano II pone el centro de referencia del sacerdocio en el envío de Jesús a sus apóstoles, como Él fue enviado por el Padre. El ministerio presbiteral es, por tanto, entendido dentro de la entera misión de la Iglesia que continúa y prolonga la misión de Cristo. Por eso, el Concilio para explicar el ser y la misión del sacerdote se expresa, sobre todo, en términos de ministerio apostólico. El sacerdote es, ante todo, un apóstol enviado en la misión de Jesús, el Hijo.

 

“Así, pues, enviados los apóstoles, como El había sido enviado por el Padre, Cristo hizo partícipes de su consagración y de su misión, por medio de los mismos apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue confiada a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el Orden del presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual cumplimiento de la misión apostólica que Cristo les confió." Presbiterorum Ordinis 2

 

Otra vez en el origen, el Padre. "Como el Padre me envió, así os envío yo." (Juan 20,21)

 

El término "apóstol", que literalmente significa "enviado", en el Nuevo Testamento y en la teología posterior "recoge el uso jurídico popular del término hebreo "saliah", que según las fuentes judías, es el representante directo de quién lo envía y puede actuar en representación suya de manera autorizada y jurídicamente vinculante", dice A. Bühner. Por tanto en la misión del apóstol enviado se incluye la misión de representación y capacitación jurídica para hablar u obrar en nombre de quien envía. Marcelino Legido, hablando del sacerdote dice: "Enviar significa enviar con poder. El enviado es el rostro de quién lo envía. El enviado de un hombre es éste mismo. (Berach 5,5) La misión es una mediación para la inmediatez de quien envía. El enviado, por tanto, es un representante. Más que representar al que lo envía, el que envía se hace presente en el enviado. Inmediatamente, presencialmente."

 

 

 

Entre sínodo y sínodo de la sinodalidad, recordamos las palabras del Vaticano II: “Existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común de todos los fieles en orden a la edificación del cuerpo de Cristo." Lumen Gentium 32,3. No hay en la Iglesia nadie sin misión y eso nos "iguala" a todos y nos envía fraternalmente unidos, compatibles y complementarios. Nos alegramos de todos los carismas que el Espíritu derrocha en su Iglesia. Nos sentimos completados y enriquecidos por la pluralidad de formas en que se manifiesta el Espíritu.

 

No nos sentimos "amenazados" por la diversidad de sensibilidades, acentos, vocaciones y estilos, porque todos participamos de un mismo sacerdocio. Su único sacerdocio nos hace corresponsables a todos. Y a  los pastores se nos exige velar por esa corresponsabilidad, también discerniendo y tratando de integrar todos los carismas en la comunión. Monseñor Uriarte decía que la misión del sacerdote es suscitar y detectar carismas, ayudar a discernirlos y armonizarlos en la comunidad. Quien crea en la acción del Espíritu, sabe que está capacitado para acompañar todas las sensibilidades desde su identidad sacerdotal.

 

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS COLMA DE ESPERANZA Y DE ALEGRÍA.

 

Recojo del ‘Manual de Espiritualidad’ de Satur Gamarra, el libro que hoy os regalo para vuestro repaso, unas palabras preciosas sobre la esperanza y la alegría en la vida del sacerdote. Son consecuencias de su Espíritu en nuestro ministerio.

 

“La esperanza cristiana surge de la presencia del Espíritu Santo en el corazón del creyente. ‘El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo’. (Rom 15,13)

 

El texto de Hebreos “La fe es hipostasis (substantia) de lo que se espera y prueba de lo que no se ve” (11,1), es comentado preciosamente por Benedicto XVI en la Encíclica Spe Salvi: “La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente; la fe nos da algo. Nos da ya algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una 'prueba' de lo que aún no se ve. Esta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro 'todavía-no'. El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras" (SS 7). Esta realidad presente constituye para nosotros una `prueba´ de lo que aún no se ve”.

 

Cristo es sacerdote hoy, ejerce el sacerdocio hoy y hoy actúa sacramentalmente en el ministerio sacerdotal. El sacerdocio de Cristo “probado” en nuestra vida obliga a pensar en el futuro.

 

Dios es fiel, y Cristo es la revelación de la fidelidad de Dios; es el amén del Padre (2Cor 1,20). Desde esta experiencia de fidelidad hay base para confiar en el futuro de la Iglesia del mundo, y para seguir esperando en el sacerdocio.

 

 

 

En nuestro caso, quien tiene memoria de la presencia de Cristo que actúa, no pone otra confianza que la que surge de la misma presencia de Cristo. La confianza también se nos da; es cuestión de acogerla. ‘Ex memoria, spes’ (San Agustín).

 

Si la identidad del sacerdocio ministerial pasa por la Pascua y la Iglesia es anuncio y presencia de la Pascua, no es posible vivir el sacerdocio con carácter de Pascua al margen la Iglesia. No será posible un sacerdocio con identidad de Pascua sin la Iglesia. Lo "probado" en el ministerio es que la Palabra de Dios tiene mucho que decir al hombre de hoy, que la Vida en Dios es la magnífica oferta de la Trinidad y el gran hallazgo para quien entra en ella, y que la relación fraterna es de máxima urgencia en el momento conflictivo actual. Desde lo "probado" en el ministerio, se debe esperar en el futuro del sacerdocio.

 

Lo "probado" es que nuestra identidad está en ser en Cristo para los demás sin que lo de uno cuente, y que no es otra cosa que la relacionalidad participada de Cristo Pastor. Lo "probado" en la caridad pastoral es que la actitud martirial es inseparable del sacerdocio. La actitud martirial como amor en Cristo tiene futuro.

 

No nos engañemos, y aceptemos con claridad nuestra situación. Donde no hay presente, no puede haber futuro; y como sea el presente del sacerdocio que vivimos, de igual manera plantearemos su futuro.

 

Recordamos que en la Escritura encontramos relacionadas la alegría y la esperanza: "Vivid alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación" (Rom 12,12); "Que Dios, de quien procede la esperanza, llene de alegría y de paz vuestra fe" (Rom 15,13). Pero démonos cuenta de que se trata de una alegría relacionada con la esperanza que descansa en Dios, porque viene de El. La alegría de la que se nos habla no esta tanto en que nuestros planes se cumplan, sino en que su plan se cumplirá. Esta es la alegría que está presente en la esperanza. Esto quiere decir que la esperanza no se vive tanto como convicción personal, sino como presencia de quien lo es todo en la vida. Así se entiende que haya alegría en la esperanza-presencia. Esta es la alegría del sacerdote esperanzado”. (378-384).

 

«Se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20). D. Juan Maria Uriarte describió magistralmente en “Palabras de vida para el ministerio” esta alegría: “La alegría (agallíasis) es, junto a la entereza (parrēsía) y la resistencia activa (hypomoné), el sentimiento fundamental de la experiencia pascual. Es una alegría sanadora, que conquista toda la persona y cambia establemente el estado anímico básico de los discípulos primeros y los de todos los tiempos. Se mantiene como una constante en medio de las oscilaciones de su sensibilidad, provocadas por las contrariedades de la vida.” (95)

 

Tenemos la suerte de estar trabajando con esperanza en la renovación vocacional y en concreto en la promoción de las vocaciones sacerdotales. Sin sacerdotes nuestras comunidades se extinguen. Incidir en las vocaciones sacerdotales tiene un efecto multiplicador tremendo. El tejido social de nuestra tierra es ya multicolor e intercultural. También lo son nuestros seminaristas y lo irá siendo nuestro presbiterio. Como la mayoría de inmigrantes en las catequesis de nuestros niños y jóvenes aviva la presencia de las familias autóctonas, así nuestros seminaristas de otras latitudes ya son referencia para inquietudes vocacionales que, gracias a Dios, están surgiendo. Lo percibía yo este fin de semana en el primer retiro Effetá celebrado en la Diócesis. El testimonio de Ariel y de Luis impactaba a nuestros jóvenes. ¡A seguir trabajando con ilusión y con discernimiento!

 

En la reunión de obispos y vicarios generales de las provincias eclesiásticas de Pamplona y Burgos, se acordó este 15 de febrero proponer a la Conferencia Episcopal Española y a Roma, la opción de tres sedes de Seminarios: Burgos, Vitoria y Pamplona. Es momento de redoblar la oración y el trabajo vocacional en nuestras comunidades. Próximamente renovaré el Equipo de Pastoral Vocacional con un nuevo matrimonio, una religiosa y un sacerdote.

 

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS CAPACITA PARA VIVIR, AQUÍ Y AHORA, UN AMOR PLENO.

 

El Cardenal Cantalamessa a los obispos norteamericanos les decía en los Ejercicios Espirituales que les dio en 2019: “El teólogo medieval bizantino Nicolás Cabasilas nos proporciona la mejor clave para comprender en qué consiste la novedad de la cruz de Cristo. Dos características revelan al amante y lo hacen triunfar: la primera consiste en hacer el bien al amado en todo cuanto sea posible, la segunda en elegir sufrir por él y sufrir cosas terribles, si fuera necesario. Pero esta última prueba de amor, muy superior a la primera, no podía convenir a Dios, que es impasible [...]. Así, para darnos la prueba de su gran amor, para mostrarnos que nos ama con un amor sin límites, Dios inventa su anonadamiento, lo realiza y hace de manera que sea capaz de sufrir. Así, y con todo el sufrimiento que le viene encima, Dios convence a los hombres de su extraordinario amor por ellos y los trae de nuevo hacia sí”.

 

En la creación, Dios ha demostrado su amor por nosotros llenándonos de dones: la naturaleza con su magnificencia, fuera de nosotros; la inteligencia, la memoria, la libertad y todos los demás dones, dentro de nosotros. Pero no le bastó. En Cristo ha querido sufrir con nosotros y por nosotros. Sucede así también en las relaciones de las criaturas entre ellas. Cuando brota un amor, se siente inmediatamente la necesidad de manifestarlo haciendo regalos a la persona amada. Es lo que hacen los novios entre sí. Pero sabemos cómo funcionan las cosas: una vez casados, afloran los límites, las dificultades, las diferencias de carácter. Ya no basta hacer regalos; para seguir adelante y mantener vivo el matrimonio, hay que aprender a «llevar los unos las cargas de los otros» (Gál 6, 2), y a sufrir el uno por el otro y el uno con el otro. Asi el eros, sin menguar en si mismo. se convierte también en agapé, amor de donación y no solo de búsqueda. El progreso, en nuestro caso, consiste en pasar de hacer muchas cosas por Cristo y por la Iglesia, a sufrir por Cristo y por la Iglesia”.

 

 

 

Cada uno sabrá en qué fase está. Si todos estamos llamados a hacer muchas cosas por Cristo y por la Iglesia, con más certeza estamos llamados a sufrir por la Iglesia de Cristo. ¡Qué suerte tener por quien sufrir! ¡Qué alegría que, incluso el dolor, pueda expresar el amor por el Señor y por los hermanos! ¡Que ni el dolor se desperdicie en nuestra Iglesia! Sufrirnos con afecto no es mala manara de amar al Señor, a la Iglesia y a los hermanos. Eso siempre traerá fecundidad. Si no está en mi mano aportar otra cosa, vivir bien el dolor eclesial es gran ofrenda. Es lo contrario a la amargura, a la resignación o al resquemor. Es el amor más grande. Hoy avivamos la fraternidad sacerdotal que, por ser sacramental, se actualiza en nuestras promesas.

 

Hacemos presentes a los sacerdotes que hoy no están aquí por su salud o vejez, por estar viviendo situaciones personales conflictivas, por falta de sensibilidad o porque no han podido venir. Agradezco vivamente la presencia de tantos religiosos sacerdotes, igualmente diocesanos, que enriquecen el presbiterio con su carisma.

 

Termino rezando en voz alta la oración del Adsumus que tantas veces estamos rezando juntos en este tiempo: “Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre. Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras. No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos. Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por prejuicios y falsas consideraciones. Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén”.

 

+ Juan Carlos Elizalde

Obispo de Vitoria

 

Informó: Rafael Hernández Urigüen. Redactor de Omnes en Pañis Vasco, Euskadi
Textos e imágenes Diócesis. Imágenes de las procesiones: Francisco Barrón, Mariano Vilallonga y Bosco Martínez de Bedoya