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Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Teología, ex capellán y ex profesor Universitario de Ética, Antropología Filosófica e Introducción al Cristianismo.en la Universidad de Navarra. Ex profesor de Ética y de Antropología Teológica en el Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas Pío XII de San Sebastián-Donostia. Redactor de Omnes Magazine en Donostia-San Sebastián

sábado, 17 de agosto de 2024

HOMILÍA DE MONS. JOSEBA SEGURA, OBISPO DE BILBAO EN LA EUCARISTÍA DE LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN. UNA LLAMADA A LA ESPERANZA DESDE LA VISIÓN CRISTIANA DEL CUERPO HUMANO















El Obispo de Bilbao expuso la visión cristiana de la corporeidad a la luz de la fe y analizó   también con una crítica clara y amable algunas de las pretensiones y teorías que distorsionan la verdad sobre el cuerpo humano. "La creencia en la Asunción de la Virgen María nos enseña que el cuerpo humano es algo bueno, esencial a nuestro ser. No somos ni seremos ángeles. A nosotros Dios nos ha hecho cuerpo y espíritu, y en la eternidad seguiremos siendo también eso". (Mons. Segura)

 

Un año más, la nave de la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, acogió a la multitud de fieles que abarrotaban el templo, parte de la explanada y los laterales exteriores para honrar a la Patrona de Bizkaia con la Misa Mayor presidida por el Obispo de Bilbao Mons. Joseba Segura a las 12 del mediodía en la concelebración eucarística.


Como es tradicional, junto al pueblo participaron autoridades civiles, entre ellas el alcalde de la Villa Juan María Aburto varios concejales, presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia Ana Otadui.  y la Diputada General de Bizkaia Ana Otadui.


El Obispo de Bilbao, partiendo de lo que significa el misterio de la Asunción de la Virgen María a la Gloria en cuerpo y alma vertebró su homilía recordando que somos la única religión que confiesa que Dios se Hizo carne. A continuación ofreció un análisis de las paradojas y contradicciones  de  nuestra cultura  respecto al cuerpo cuando se le da culto  y las personas se someten a él fuerza de severas dietas para conseguir un canon de belleza, y al mismo tiempo se niega su entidad propia y se afirma que el cuerpo no puede imponer límites a nuestra voluntad sobre lo que queramos ser, y continuaba: Es como si el cuerpo no importara, como si uno pudiera construir su identidad, ser hombre o mujer o cualquier cosa intermedia, o ninguna de ellas, a voluntad, sin referencia al cuerpo con el que hemos nacido.
Mons. Segura,  matizaba: Una cosa es reconocer la insatisfacción y el sufrimiento de algunas personas con su cuerpo, y otra muy distinta intentar imponer la idea de que el cuerpo nada tiene que decir. Se predica una libertad para ser, que nada debe demostrar ni justificar, como si, efectivamente, el puro deseo fuera capaz de crear realidad


Mons. Segura  señalaba, con  sentido del humor,  que ese deseo ilimitado choca con el realismo de que no  todas las personas  disponen de un cuerpo para las olimpiadas ni el Athletic (masculino y femenino) tendría problemas de candidatos a su  cantera. Ese deseo irrestricto choca con el último límite:  la muerte, a pesar de que se ha difundido el espejismo de que con las nuevas tecnologías permitirán la inmortalidad, y añadía: Dios libre nos libre de la condena de vivir aquí eternamente. Pero tranquilos porque, en todo caso, ninguno de los aquí presentes, va a tener esa opción.


Explicando el sentido de la muerte, añadió: Hoy celebramos que somos mortales: mortalidad que es descanso final, que es cumplimiento, que es horizonte limitado y por eso urgencia para aprovechar los días y las horas y disfrutar de ellas todo lo posible, que es límite capaz de dar sentido a esfuerzos y tareas, mortalidad que pincha la quimera de que somos el centro del mundo, porque si, la historia sigue cuando nosotros ya no estamos, haciéndose verdad eso de que los cementerios están llenos de personas imprescindibles. Morimos y así hacemos sitio para que otros cojan el testigo y hagan un nuevo tramo del camino.


A continuación, el Obispo de Bilbao recapitulaba la doctrina sobre el sentido del cuerpo humano, centrando la atención en la figura de la Virgen María: En contraste con algunas visiones demasiado pretenciosas y autocentradas, el Evangelio nos habla de la sencillez y la generosidad de una joven. Una buena noticia porque mientras haya sencillez y generosidad, habrá esperanza para el mundo. La esperanza es la virtud de quienes, en medio de los conflictos—y estos nunca faltan— siguen confiando en la belleza de la vida entregada por amor, una vida que se abre más allá de nuestras mentes pequeñas y cerradas.   


A partir del Magnificat de la Virgen y los santos que lo han ido entonando con sus vidas, Mons. Segura hacia un llamamiento a la esperanza:

Escuchamos el Cántico de María, el Magnificat, y oímos la melodía del Pueblo que camina en sus desiertos sin perder la esperanza. Es el canto de los santos, hombres y mujeres, famosos o desconocidos. Santos con cuerpo que les pone rostro, que nos permite disfrutar del entorno a través de los sentidos, cuerpos que trabajan con sudor, asumiendo limitaciones y debilidades, que se hacen grandes y luego se empequeñecen, cuerpos que aprenden, que se cansan y se van consumiendo. En todo ese proceso, creando vida en esfuerzos y trabajos, esos cuerpos empiezan a elevarse, y suben más y más con cada gesto de entrega, con cada experiencia bella, con cada sacrificio por amor. Y así nuestros cuerpos ganan en dignidad y hacen camino hasta encontrarse finalmente con María, en cuerpo y alma, y con su Hijo Jesús transfigurado.

 

Algunos medios de comunicación, quizá por motivos ideológicos o por otros intereses han criticado el contenido de la homilía reduciendo su contenido a los aspectos que desmontan las pretensiones e imposiciones  de lo que se ha venido a llamar la perspectiva de género, pero, sin duda, la antropología cristiana y la doctrina de la Iglesia  sigue siendo en estos tiempos una voz libre necesaria para continuar iluminando el sentido de la corporeidad humana que permite a la persona su felicidad a imagen y semejanza del Dios Amor.

 

(Se recoge a continuación el texto completo de la Homilía que incluye los párrafos en euskera)

HOMILÍA

 

Herri agintari, eleiz gizon eta eleiztarrok, ondo etorriak izan zaitezela Maria Birjinaren zeruratzearen eguneko ospakizunera. Nazareteko Maria zeruan dala jakiteak adore eta kontsolamendua emoten deusku. Izan be, gaur ospatzen doguna geuk be bizi izango dogunaren aurrerapena da: goratuak izango garala Aita Jainkoaren ondoan.

 

La fiesta de hoy de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María nos invita a reflexionar sobre el misterio de nuestro ser corporal. Hoy los creyentes celebramos que "María fue llevada a la gloria celestial en cuerpo y alma". La creencia en la Asunción de la Virgen María nos enseña que el cuerpo humano es algo bueno, esencial a nuestro ser. No somos ni seremos ángeles. A nosotros Dios nos ha hecho cuerpo y espíritu, y en la eternidad seguiremos siendo también eso.

 

Pero, ¿qué tipo de cuerpo tendremos? Sabemos que, después de su muerte, Jesús resucitó, con un cuerpo diferente y transformado, pero un cuerpo de carne. Fue visto caminando por orilla del mar, preparando comida para los discípulos, comiendo con ellos y acompañando a los viajeros de Emaús. Jesús pudo ofrecer sus manos a Tomás para que las tocara; ascendió al cielo con su cuerpo. Somos la única religión que afirma que Dios se hizo carne; algo que las otras consideran absurdo y anatema.

 

Betierekotasunean be gorputz eta arima izango gara, holan egin gaitualako Jainkoak.

 

Vivimos un tiempo peculiar. Mientras se extiende el culto al cuerpo bello, con sus dietas, sus gimnasios y cirugías plásticas, al mismo tiempo se cuestiona que ese mismo cuerpo pueda imponer restricciones y límites a nuestra voluntad de ser lo que queramos ser. Es como si el cuerpo no importara, como si uno pudiera construir su identidad, ser hombre o mujer o cualquier cosa intermedia, o ninguna de ellas, a voluntad, sin referencia al cuerpo con el que hemos nacido. Una cosa es reconocer la insatisfacción y el sufrimiento de algunas personas con su cuerpo, y otra muy distinta intentar imponer la idea de que el cuerpo nada tiene que decir. Se predica una libertad para ser, que nada debe demostrar ni justificar, como si, efectivamente, el puro deseo fuera capaz de crear realidad. Se nos dice: tú puedes ser lo que quieras, pero no es así porque si fuera así la cantera de estrellas del Athletic, masculino y femenino, no estaría nunca a falta de candidatos. Lamentablemente no todos valemos para jugar al fútbol, ni somos capaces de ganar medallas olímpicas, ni nadamos como los peces, ni volamos como las aves, ni vamos a ser mucho más guapos de lo que ya somos. Nuestro cuerpo es parte de nuestro ser, alto o bajo, gordo o flaco, flácido o musculoso. Y finalmente nuestro deseo de poder hacer con él lo que queramos se tiene que enfrentar con el último límite: nuestra mortalidad. Ahora algunos, alimentados con la expectativa de tecnologías revolucionarias, vuelven a revitalizar el espejismo de que algún día cercano la inmortalidad será posible. Dios libre nos libre de la condena de vivir aquí eternamente. Pero tranquilos porque, en todo caso, ninguno de los aquí presentes, va a tener esa opción.

 

Hoy, celebrando la asunción de María, recordamos que somos cuerpo, que somos neuronas, hormonas, músculos y huesos que empiezan a doler a partir de cierta edad. Hoy celebramos que somos mortales: mortalidad que es descanso final, que es cumplimiento, que es horizonte limitado y por eso urgencia para aprovechar los días y las horas y disfrutar de ellas todo lo posible, que es límite capaz de dar sentido a esfuerzos y tareas, mortalidad que pincha la quimera de que somos el centro del mundo, porque si, la historia sigue cuando nosotros ya no estamos, haciéndose verdad eso de que los cementerios están llenos de personas imprescindibles. Morimos y así hacemos sitio para que otros cojan el testigo y hagan un nuevo tramo del camino.

 

Gaur be, Maria eredugarri agertu jaku bere apaltasun eta eskuzabaltasunean. Mariaren eredua, itxaropen-iturri da munduarentzat.

 

En contraste con algunas visiones demasiado pretenciosas y autocentradas, el Evangelio nos habla de la sencillez y la generosidad de una joven. Una buena noticia porque mientras haya sencillez y generosidad, habrá esperanza para el mundo. La esperanza es la virtud de quienes, en medio de los conflictos—y estos nunca faltan— siguen confiando en la belleza de la vida entregada por amor, una vida que se abre más allá de nuestras mentes pequeñas y cerradas. Escuchamos el Cántico de María, el Magnificat, y oímos la melodía del Pueblo que camina en sus desiertos sin perder la esperanza. Es el canto de los santos, hombres y mujeres, famosos o desconocidos. Santos con cuerpo que les pone rostro, que nos permite disfrutar del entorno a través de los sentidos, cuerpos que trabajan con sudor, asumiendo limitaciones y debilidades, que se hacen grandes y luego se empequeñecen, cuerpos que aprenden, que se cansan y se van consumiendo. En todo ese proceso, creando vida en esfuerzos y trabajos, esos cuerpos empiezan a elevarse, y suben más y más con cada gesto de entrega, con cada experiencia bella, con cada sacrificio por amor. Y así nuestros cuerpos ganan en dignidad y hacen camino hasta encontrarse finalmente con María, en cuerpo y alma, y con su Hijo Jesús transfigurado.

 

María dice hoy: “Mi alma glorifica al Señor”; y todas/todos nos unimos a su canto en este día de la Asunción. Un canto particularmente necesario allí donde el Cuerpo de Cristo, si, cuerpo una vez más, sigue sufriendo violencia (víctimas entre la población civil en la tierra del Señor). Pero para nosotros nunca hay solo pasión, nunca hay solo conflicto, nunca hay solo ofensa o provocación. Porque todas esas experiencias negativas, por muy dolorosas que sean, están siempre abiertas a la esperanza. Cuando muere la esperanza dejas de ser cristiano. No os dejéis nunca robar la esperanza. Venid aquí, a esta basílica, a pedirla cuando notéis que os está faltando. Que no os la roben, porque sería como robarnos el evangelio, que no nos la roben, porque la esperanza es la fuerza de Dios que nos levanta siempre y nos empuja hacia adelante y eleva nuestra mirada. Y en el camino, María a nuestro lado, cerca de nuestras familias y comunidades, pacientemente esperando, acompañando, animando, sufriendo con nosotros y rezando el Magníficat de la esperanza cierta, cada día y en cada situación, porque todas son buenas para rezarlo.

 

Jainkoaren herriak fede handiz gurtzen dau Maria. Eta zeruratua izan danak bat egiten dau gaur gu guztiokaz jaian eta Jainkoaren aldeko gorespenean.

 

El pueblo de Dios vive la asunción con alegría. Llegamos a Begoña a celebrar juntos este día como día de fiesta. Y así anda hoy María, entre los puestos de la romería, en nuestras comidas familiares, en nuestras calles, plazas, casas y hospitales, atenta a la vida de la gente. María la amatxu de Begoña, la madrecita de Guadalupe, y la churonita del Cisne, la Virgen del Carmen, la de la Merced, María Auxiliadora; son todas ellas y muchas más. Distintas imágenes del cuerpo de una mujer universal. Hoy María asunta al cielo se une a la fiesta, se alegra con nosotros y da gloria a Dios porque en nuestro mundo, aunque no lo parezca, la bondad es más fuerte que la muerte.

 

Mariak erakusten deusku inork baino hobeto, zer egin behar dogun Jesusen atzetik jarraitzeko: errukiaren Jainkoa iragarri / senidetasun handiagoa dauan munduaren lan eginez / eta txikien Jainkoarengan uste osoa jarriz. Geure egin daiguzan, beraz, bere jarrera eta jokaera. Begoñako Amatxu, otoitz gure alde!

 

Pidamos a María en este día sobre todo una cosa: alegría perseverante, esa que no se acobarda, que no se desinfla fácilmente, esa que no se sostiene gracias al alcohol, ni a las pastillas, ni a falsas expectativas de disfrutar y vivir sin límites. Esa que sale de dentro porque surge de la convicción de que el Todopoderoso ya ha hecho obras grandes por ti y por toda la humanidad, y va a hacer muchas más en el futuro; porque su nombre es santo, proclamamos con María hoy con confianza la grandeza del Señor.

 

 

Informó: Rafael Hernández Urigüen. Redactor de Omnes Magazine en Euskadi-País Vasco Textos, propios y Obispado de Bilbao. Imágenes: Obispado de Bilbao

 


miércoles, 7 de agosto de 2024

CARTA A LOS SACERDOTES DE MONS. FERNANDO PRADO AYUSO, OBISPO DE DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN, CON MOTIVO DE LA MEMORIA LITÚRGICA DEL SANTO CURA DE ARS





MONS. PRADO AGRADECE LA VIDA Y MINISTERIO DE LOS  SACERDOTES  DESTACANDO SUS VIRTUDES,  ENTREGA Y DISPONIBILIDAD  A LO LARGO DE LA VIDA  EN LA DIÓCESIS DE GIPUZKOA.

LLAMA AL PUEBLO DE DIOS EN GIPUZKOA, ESPECIALMENTE A LOS LAICOS,  A ESTE RECONOCIMIENTO Y A SU RESPONSABILIDAD, ESPECIALMENTE EN EL ÁMBITO FAMILIAR PARA FAVORECER Y CULTIVAR LAS VOCACIONES AL SACERDOCIO

Con un tono cercano, animante y esperanzador, el Obispo de San Sebastián publicó su carta bajo el título ‘Nuestros Sacerdotes’ el pasado 5 de agosto,  y   estos  son algunos de los contenidos resaltados en la página de la Diócesis:

Cuando hablo de “mis” sacerdotes, siento admiración y, por ello, quería compartir con toda la comunidad cristiana de Gipuzkoa algo de este sentimiento profundo en el día en que celebramos la memoria del famoso cura de Ars, san Juan María Vianney (1786- 1859).

 Son nuestros pastores, los que cuidan y acompañan al pueblo de Dios día a día en nuestra diócesis, los que nos muestran, con su fe sencilla, que merece la pena entregar todo por el Señor y su Reino, sirviendo a los hermanos.

 Nuestros curas de Gipuzkoa no son perfectos, pero son buenos. Y lo son de verdad. Quieren a la gente y la gente los quiere. Los sacerdotes conocen la vida del Pueblo de Dios desde dentro, sus fatigas y sus alegrías, sus necesidades y su riqueza. Han descubierto que en cuidar y acompañar al pueblo está su vocación.

 Nuestros sacerdotes, como el resto de la comunidad cristiana –también nuestra sociedad–, se van envejeciendo y disminuyendo numéricamente. Aquella cultura cristiana homogénea ha ido dejando paso a un cristianismo menos significativo. Por ello, cada día parece más imprescindible la necesidad de relación e interacción entre todos los miembros de las diferentes formas de vida en el pueblo de Dios.

 El sacerdote ha sido siempre el amigo de la gente más sola, confidente de todos, el hombro sobre el que llorar, el buen consejero y el apoyo cercano en las dificultades. Sí, nuestra diócesis y nuestra sociedad guipuzcoana le debe mucho a nuestros hermanos sacerdotes mayores.

 Ser sacerdote no significa ser tan especial o diferente de los demás. No significa ser portador de un título honorífico, ni ocupar un lugar privilegiado que reivindica su favor. Ser sacerdote significa también dar la batalla por la propia santidad, significa llevar una encomienda que Otro nos ha dado y ponerse a su servicio. Con humildad.

 El ánimo de los sacerdotes no se apoya en consideraciones humanas, ni en ningún plan de trabajo o en un ideal de Iglesia o comunidad concreta a la que ha de servir, sino en el interior de cada uno. Tiene sus raíces en la esperanza teologal, en la promesa de Dios y su fidelidad: «Yo estaré con siempre con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).

 Pidamos al Señor que nos enseñe que esto de la vocación al ministerio es siempre una vocación al servicio de la comunidad. No es una vocación para destacar o para tener un prestigio que brille a la luz del mundo. Basta con que brille en nuestras comunidades, que sea estimado por todos, que sea querido, deseado, cultivado en nuestras familias y entornos cercanos. Dios nos dará pastores si se lo pedimos. «Dios siempre escucha la oración de su pueblo y ve sus lágrimas» (Is 38, 5). (…). Toda la comunidad cristiana en general es corresponsable a la hora de orar por las vocaciones y fomentarlas en la medida de sus posibilidades.

 Queridos hermanos sacerdotes. (…). El señor, que siempre es el más interesado en llevar sus planes adelante, sigue contando con nosotros, nos renueva en su confianza y nos sigue llamando a cada uno con su vida a cuestas. En medio de pruebas y no pocos desafíos el Señor ha dispuesto para nosotros una misión maravillosa: dar a conocer su nombre. 

 


Texto completo: archivo (pdf):


Informó: Rafael Hernández Urigüen (Redactor de Omnes Magazine en Euskadi, País Vasco)
Textos e imágenes: Diócesis 


LA DIÓCESIS DE BILBAO COMIENZA EL CURSO CON LA ORDENACIÓN DE TRES NUEVOS PRESBÍTEROS

  TRES NUEVOS PRESBÍTEROS ORDENADOS POR   MONS. JOSEBA SEGURA   EN LA DIÓCESIS DE BILBAO EL 15 DE SEPTIEMBRE. El pasado domingo 15 de sept...