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Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Teología, ex capellán y ex profesor Universitario de Ética, Antropología Filosófica e Introducción al Cristianismo.en la Universidad de Navarra. Ex profesor de Ética y de Antropología Teológica en el Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas Pío XII de San Sebastián-Donostia. Redactor de Omnes Magazine en Donostia-San Sebastián

martes, 10 de septiembre de 2024

MONS. FERNANDO PRADO PRESIDIÓ EN ARÁNTZAZU LA EUCARISTÍA CON MOTIVO DE LA FIESTA DE LA PATRONA DE GIPUZKOA

 








MONS. PRADO, OBISPO DE SAN SEBASTIÁN-DONOSTIA, PRESIDIÓ LA EUCARISTÍA EN EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE ARÁNTZAZU PATRONA DE GIPUZKOA, EL 9 DE SEPTIEMBRE

Dos peticiones de D. Fernando a María “La primera, que preserve, fortalezca y enriquezca la fe de su pueblo” (…) “que la fe que tan profundamente ha estado tan arraigada en nuestro pueblo no decaiga, ni disminuya”. La segunda: “Le pedimos la bendición de Dios y la protección de la madre para nuestros familiares y nuestros allegados”. Sin olvidar la dimensión universal de esta plegaria: “la Fiesta de la Virgen de Arantzazu es una celebración que ha de ser para todas/os”. Y, sobre todo, pidiendo a María que “les llene de alegría a los que están afligidos por problemas y tristezas, para los que viven con la mirada siempre hacia abajo”.

 

 

El 9 de septiembre, fiesta de la Virgen de Arantzazu (patrona de Gipuzkoa), se concelebró en su Santuario la Misa presidida por Mons. Fernando Prado Ayuso, obispo de San Sebastián.

El templo mariano acogió a un numeroso pueblo junto a autoridades de la CAV como el lendakari, Imanol Pradales, la consejera y portavoz del Gobierno Vasco, María Ubarretxena, la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejeria, la Diputado General de Gipuzkoa, Eider Mendoza, el presidente de las Juntas Generales, Xabier Eceizabarrena, y una nutrida representación municipal del Ayuntamiento de Oñati

 

Mons. Fernando Prado comenzó su homilía recordando:

“En torno a la fiesta de Nuestra Señora de Arantzazu, muchos guipuzcoanos nos reunimos en honor a la Virgen María” y resaltaba: “Es una bonita costumbre, pero no solo eso. Para las/os cristianas/os, viniendo a esta misa no cumplimos sobre todo una antigua costumbre, sino que reconocemos y celebramos nuestra fe”.

El Obispo, haciendo referencia a que la imagen de la Virgen se encontró en un espino comentó: “Los creyentes, sabemos que, también en medio de las espinas, en medio de las dificultades, podemos encontrar la presencia de Dios; la presencia de María, que nos acompaña y nos sostiene. ¡Qué diferente se viven las dificultades cuando nos sentimos acompañados en medio de ellas!¡Qué diferente se viven las penas al lado de nuestra madre!”.

También consideraba la importancia de la fe ante la promesa de Jesucristo a permanecer con sus discípulos hasta el final de los siglos: “Nosotros también sufrimos amarguras y disgustos. Desgracias que ensombrecen el corazón y oscurecen el porvenir que nos hacen pensar que no hay salida. Errores, molestias e impedimentos que nos ralentizan la esperanza. Pero somos creyentes y creemos en la promesa del Señor. Yo, siempre, estaré con vosotras/os. Estoy y estaré con vosotras/os hasta el final de este mundo. Esa es nuestra fe: que el Señor siempre estará con nosotros”.

Aludió también a la naturaleza que rodea el Santuario y ayuda a experimentar la grandeza y poder de Dios y el templo que ayuda a sentirse como en casa de la Madre: “Al celebrar nuestra fe en Arantzazu, fortalecemos la propia de cada uno. Arantzazu es un lugar donde se experimenta más fácilmente si cabe la proximidad de Dios, en medio de una naturaleza que nos habla de la grandeza y el poder de Dios. Un espacio en el que nos sentimos como en casa de la Madre. Nos sentimos bien. No dejemos de venir aquí a renovar nuestra fe. Bien sabemos que Arantzazu es un lugar privilegiado para hacerlo. Aquí los guipuzcoanos, y las guipuzcoanas, recibimos la gracia de encontrarnos con Él con mayor verdad, con mayor intensidad, con mayor profundidad”.

El Obispo de San Sebastián, mientras finalizaba su homilía, manifestó dos peticiones a la Virgen: “La primera, que preserve, fortalezca y enriquezca la fe de su pueblo” (…) “que la fe que tan profundamente ha estado tan arraigada en nuestro pueblo no decaiga, ni disminuya”. La segunda: “Le pedimos la bendición de Dios y la protección de la madre para nuestros familiares y nuestros allegados”.  Animaba también a no olvidar la dimensión universal de esta plegaria: “la Fiesta de la Virgen de Arantzazu es una celebración que ha de ser para todas/os”. Y, sobre todo, pidiendo a María que “les llene de alegría a los que están afligidos por problemas y tristezas, para los que viven con la mirada siempre hacia abajo”.

 

Mons. Prado Terminó su homilía dirigiéndose a la Comunidad Franciscana: “Cuando venimos aquí, todas/os nos sentimos parte de la casa. Realmente, gracias a vosotros, nos sentimos en casa de la Madre”. Finalmente se refirió a los numerosos asistentes con estas palabras: “Compartir la fe, fortalece la de cada uno. Sois un testimonio de fe y de esperanza para nuestra diócesis, para nuestra querida Gipuzkoa y, para este obispo que os quiere y reza por vosotras/os”.

 

Texto completo de la homilía

 

Informó: Rafael Hernández Urigúen
Redacto de Omnes Magazine en el  País Vasco
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